Dice una leyenda urbana que hay canciones o melodías que hacen sentir a aquellos que las escuchan bajo determinadas condiciones un irrefrenable deseo de suicidarse.
Como toda leyenda la historia de las canciones suicidas tiene una base real, en el caso que nos ocupa uno de los compositores, Rezso Serees, se suicidó saltando desde un edificio de Budapest, pero no después de haberla compuesto y haberle puesto la letra del otro creador Laszlo Javor en 1933.
El suicidio de Rezso Serees se produjo en 1968, ya había pasado mucho tiempo como para echarle la culpa a la canción, aunque seguramente habrá quién diga que la canción actúa con efecto retardado, muy retardado en mi opinión.
Es cierto que algunas personas que la han oído se suicidaron, pero también se puede decir que miles de personas la han escuchado y continúan vivos y sin ninguna gana de abandonar este mundo.
La canción es muy hermosa, expresa un patetismo que invita a dormirse y a no despertar jamás, en las otras versiones se deja adivinar un sentimiento confuso entre la esperanza y el adiós definitivo.
Para aquellos que deseen conocer la letra y más cosas sobre esta canción pueden pinchar aquí, no se sentirán defraudados.
